José María Doria es escritor, licenciado en Derecho, Máster en Alta Dirección de Empresas y en Psicología Evolutiva. Presidente-Fundador de la Escuela de Desarrollo Transpersonal y de la Fundación para la Educación Transpersonal. Es autor de más de 11 libros, entre los que destaca el título “Inteligencia del Alma”. Hoy en día, centra su actividad en la divulgación del paradigma transpersonal en foros internacionales.
Mensaje José María Doria
Cada crisis tanto de nuestra vida, como en la vida de nuestra comunidad, es una manera de morir el pasado, de transformarse. Y desde ahí,se abren grietas desde donde se filtra una nueva luz.
Se habla mucho de la comprensión versus dolor. Comprender es un acontecimiento cósmico, sin embargo, cuando hay una comprensión, la veo como un encajar piezas. Cuando eso pasa, uno sabe, tiene certeza, y a partir de ahí hay transformación en el ser humano.
La meditación es un elemento clave, es una medicina de por vida. La conciencia necesita de un nutriente, y ese nutriente es la meditación o atención plena.
Para partir, una de las claves básicas de la meditación es sentarse cómodamente en donde estés, siéntate con la espalda lo más derecha que puedas, encuentra tu postura de confort, entorna tus ojos y comienza a devenir consciente de tu proceso respiratorio.
Es decir, respira conscientemente. Inhalas por la nariz, exhalas, inhalas y exhalas, y te das cuenta, porque sientes a tus pulmones llenarse y vaciarse, y estás consciente del proceso respiratorio, empiezas a enfocar tu mirada y tu energía en el cuerpo, sentir la presencia en el cuerpo. Sentir como se ablanda tu vientre, cómo se flexibiliza, y cómo al inhalar tu vientre se dilata, y cómo al exhalar tu vientre se contrae. Te propongo que cuentes 10 exhalaciones.
El corazón no tiene que ver con el sentimentalismo tradicional. Es el asiento de algo intuitivo. En definitiva el corazón es un cerebro, tiene más que ver con sintonías y coherencias con otros cuerpos.
Es un reto neurológico, se abre cuando estamos arraigados en la dimensión práctica de la tierra, inspirados elevadamente en la dimensión de nuestra corona. Así, se abre el sendero medio que es nuestro corazón.
La espiritualidad no se convertirá en fanática, sino que trascenderá el plano de las creencias que son relativas, y a partir de ahí el camino del corazón, nos lleva al nivel máximo que es la compasión amorosa o deseo de felicidad hacia todos los otros seres.
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